El Conde Drácula tiene Sida o apologías de la discriminación en escena
Pensar los caminos que la praxis artística universitaria ha tenido en la Nicaragua de los últimos años es tarea compleja. Sin embargo, en las producciones que he podido presenciar anoto un esfuerzo interdisciplinario que tiene al teatro como eje fundamental. Espectáculos de gran formato con un alto contenido investigativo nutren la praxis escénica de las universidades. En las propuestas que he visto de las universidades de Managua creo loable los trabajos de la Universidad Nacional de Ingeniería y la Universidad Nacional Agraria, que logran no solo teatralidades que se reinventan constantemente propiciando las aperturas hacia nuevas formas de producción estética, también han logrado romper las barreras entre el mundo de los artistas profesionales y los aficionados. Por tanto en estos recintos hay un diálogo fructífero que aporta al desarrollo de sus estudiantes y al mismo tiempo exponen nuevos caminos en la escena nacional.
Por otro lado la Universidad Centroamericana (UCA) tiene uno de los grupos teatrales de mayor permanencia histórica en el país. Me refiero al Teatro Experimental de la Universidad Centroamericana (TEUCA) que ha tenido un trabajo ininterrumpido por casi 50 años. Actualmente es dirigido por Alicia Pilarte, importante actriz nicaragüense perteneciente a la Escuela del Teatro Justo Rufino Garay. Alicia ha desarrollado un arduo trabajo llevando a escena un sinnúmero de espectáculos teatrales, casi siempre de la dramaturgia de Arístides Vargas (dramaturgo argentino), en sus puestas en escena expone diversos temas que casi siempre son contextualizados poniendo un acento en la crítica política. Sumado a esto en dicha universidad el director del departamento de cultura ha hecho una certera gestión para abrir una sala de espectáculos que conforma, paulatinamente, otro punto cultural en la geografía capitalina.
En este texto me quiero detener en la puesta en escena que presencié el pasado primero de septiembre: “El conde Drácula tiene Sida”, del dramaturgo español Carlos Etxeba, dirigida por Pilarte, protagonizada por Jorge Vanegas y el elenco del TEUCA. No pretendo hacer un análisis exhaustivo de los elementos de la puesta en escena, pues el espectáculo es de una teatralidad elemental. Quiero poner el acento en la tensión discursiva que este texto me provoca en el aquí y ahora nicaragüense.
La puesta en escena cuenta la historia de placeres del conde Drácula. Es un monólogo que relata las aventuras sexuales que ha tenido el mítico conde durante toda la historia. En escena nos narra el amor medieval con una monja, luego su vida en el mundo cortesano y como giro dramatúrgico la relación que tiene con una mujer trans en las playas de San Juan del Sur y que al chuparle la sangre lo contagia de Sida. La obra termina con la voz del diablo que condena a Drácula a vivir eternamente en el infierno.
De la obra me llama la atención el reforzamiento que se le da a los tropos culturales de la estigmatización del Sida que devienen en metáforas de la ficción teatral. Primero, anoto la idea de la succión de la sangre como una incansable necesidad sexual. Drácula constantemente hace alarde del poder cautivador que tiene con las mujeres, se nos muestra como un macho heteronormado que roza los límites de la violencia, es una alegoría de la promiscuidad. Segundo, aunque el conde tiene más de ocho siglos (contando desde el siglo XII hasta el XXI) de placeres ininterrumpidos es con un cuerpo que se sale de la norma heterosexual que se contagia de Sida. Desde mi lectura hay un refuerzo del estigma transfóbico que postula que el mundo trans es el más propenso portador del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirido. Por otro lado, se hace un contraste entre la sangre “pura” del único amor del conde (una monja medieval) y la sangre enferma de la aventura con la trans. Como tercer punto, anoto la homofobia subyacente, pues a partir de este encuentro que marca la dramaturgia Drácula se vuelve homosexual. Como cuarto punto, leo una premisa judeo-cristiana en el momento que Satanás condena a Drácula al infierno. Es decir, la paga por la “promiscuidad” y peor aún por “la enfermedad” es la muerte.
Estos cuatro ejes me llamaron la atención sobre manera, pues son mitos que aparentemente ya fueron superados en el discurso del VIH/SIDA. Sin embargo, esta puesta en escena da cuenta de que hay grupos sociales que aún siguen desinformados y desinformando. El espectáculo me interpela, pues aunque la agrupación tiene independencia creativa representa a una institución. Institución que cuenta con una política de género que hace cumplir estrictamente, que cuenta con un programa como el PIEG que tiene como eje central el pensamiento feminista, que tiene un espacio como Aula Propia, y que además cuenta con una visible población LGBTI tanto en el alumnado como en el profesorado. Pensando que las puestas en escena del TEUCA dialogan primero con la población estudiantil de la UCA deja poco para dialogar, pues con ese discurso retrogrado solo se hace apología a la discriminación.
Justamente en este año, 2017, se cumplen treinta años desde que el VIH y el SIDA aparecieron por primera vez en el país. Muchas personas desde los colectivos y desde la individualidad han luchado por dar una vida mejor a las personas seropositivas. Muchos de ellos y ellas han muerto en el camino, pues ha sido un camino difícil. Muchas han sido las luchas ganadas en este aspecto, incluso existe en el país una ley del código procesal penal que condena la discriminación hacia las personas seropositivas. Durante los años 90, los años más duros de la enfermedad en el país, el arte jugó un papel fundamental para poder dialogar con diversos sectores poblacionales y derribar muchos tabúes. A mi criterio, es inadmisible que en la actualidad se traten estos temas sin una previa investigación, sin la información necesaria tanto desde el punto de vista científico como desde el punto de vista estético. Creo fundamental la exposición de temas tabúes en la escena nicaragüense pero creo, también, que se debe tener mucha ética para visibilizar estas historias.